Crisis del partido único y las diferentes respuestas de la sociedad en la construcción de la democracia

 

La construcción de la democracia se basa en el reconocimiento de la participación equitativa de mujeres y hombres, como requisito fundamental para garantizar el desarrollo económico, político y cultural de la sociedad.

El gobierno asumió desde su inicio, un compromiso con la democratización del estado en todos sus ámbitos y aunado a esto, el reconocimiento de la participación equitativa de mujeres y hombres, ya para garantizar el acceso equitativo a los beneficios y oportunidades, permitirá mejorar las condiciones de vida de la sociedad.  Como respuesta de la sociedad, la noción de crisis es susceptible de ser objeto de múltiples miradas; es posible encontrar agotamiento, lo que deviene en incapacidad; también frustración, lo que acarrea decepción; y la más común de todas las miradas es la pérdida de legitimidad, que inevitablemente conduce a la ingobernabilidad por la dificultad de responder en un ambiente lleno de desconfianza.

Acerca de esta crisis del partido, es posible encontrar la noción de crisis en la construcción de la democracia expresada como ausencia de arreglos institucionales o persistencia de conflictos entre sus estructuras. Sin embargo, también se puede abordar dicha crisis como una situación de carencia de valores, los cuales han sido distorsionados, desplazados o descartados.

Se considera que el error fue suponer que era posible la compatibilidad entre el capitalismo y la democracia, y que estos habrían de evolucionar para permitir la unión entre la cultura del trabajador y su cultura cívica, pues el capitalismo no solamente desfigura al trabajador, sino que deforma su condición de ciudadano, debido a que las premisas del gran capital operan como factor de estímulo de conductas individualistas, acentuando rasgos personalistas que se distancian de valores como la búsqueda del bien común.

Como consecuencia de esta, en última instancia, el presidente abogó por transformar el partido para incorporar a los propios campesinos y obreros, así como a empleados públicos y militares. Finalmente, el PNR fue disuelto en 1938 y dio paso al Partido de la Revolución Mexicana.

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